[COLUMNA] «El costo de la impunidad»

ossesLa derrota de San Marcos de Arica en las alturas de Calama ante Cobreloa podría no ser sorpresiva y quedar como una mera estadística en los libros del fútbol chileno, pero una vez más, una decisión arbitral errónea marcó el resultado final.

Era el último minuto de partido cuando Enrique Osses, que venía de cumplir una sanción precisamente por un arbitraje deplorable en Rancagua, vio penal donde lo que correspondía era pasar por alto un piscinazo de un jugador loíno o en su defecto, amonestarlo por exagerar un roce propio del juego.

La resolución del hecho es historia: Expulsión para el ariqueño Augusto Barrios, quien se salió de sus casillas ante el cobro, penal y posterior gol para el moribundo equipo que dirige Marco Antonio Figueroa, pérdida de los puntos para el santo y la caída del último invicto.

Como nunca hubo consenso en que -textual- «Osses compró un elefante dentro de un bazar», en alusión a que vio lo que nadie más notó o simplemente, pitó lo que quiso.

Aunque es poco probable -dicen- que entrara condicionado por los lloriqueos del «fantasma» entre semana, victimizándose ante los arbitrajes, a Enrique Osses -nuestra cara referil ante cualquier evento de índole internacional- lo más seguro es que le aguarde una nueva sanción completando un inicio de temporada para el olvido.

Pero ¿sirven estas vacaciones forzadas? La suspensión de dirigir partidos de la serie de honor para un juez, en ningún caso -como le ocurre a San Marcos- significarán una restitución del punto que dejó ir en el último compromiso en momentos cuando cada unidad es clave tanto para seguir soñando con el campeonato como para acumular números con miras al descenso

Osses volverá luego y el daño ya está hecho. Su forzado retiro para analizar sus fallos no sirvió de nada. Algunos especulan que viajar al norte sale no resulta muy a cuenta de los clubes, el CDF o la misma ANFP, pero eso ya es otra historia. Sabemos que en Chile, los fondos de la televisión se reparten entre tres clubes, independiente si terminan últimos o primeros y eso es una aberración, ya que debiera premiarse la posición en la tabla.

Sobre los arbitrajes, esos que en Arica suelen rondar los 6, 7 u 8 minutos de adición, cuando en la capital no pasan de los 4, se seguirá comentando. Es de esperar que el siguiente rezongo al menos sea algo parecido a: «Por lo menos ahora nos tocó a nosotros». Seguiremos esperando, porque como siempre, las soluciones en los extremos del país, tardan en llegar.