[A LA CARTA] Fuente Mardoqueo: Entre el sabor y la modernización

Libertad 551.

Libertad 551.

*Aunque su sabor no tiene comparación, parece que la prolijidad de antaño es un mero recuerdo en este rincón del tradicional Barrio Yungay de la capital, donde si bien sus productos siguen siendo majestuosos mucho de su corazón de otras épocas es apenas un mero recuerdo. Costos de la modernidad.

Por Christian Reyes P.
Twitter: @Buyinski

Por años fue vox populi en el casco antiguo de Santiago que los mejores lomitos al estilo bávaro estaban a pasos de la Plaza del Roto Chileno, haciendo patria en un sector muy descuidado por la modernidad pero rico en costumbres y tradiciones. La Fuente Mardoqueo se erigió sigilosamente con esfuerzo y meticulosidad en un referente del buen sándwich incluso con un toque de excelencia, dada la alta calidad de sus ingredientes y la prolijidad de las preparaciones.

Como suele suceder en ocasiones, sin embargo y pese a todas sus cualidades, algo de la esencia de esta fuente al estilo alemana con esa mezcla de aire criollo del Barrio Yungay fue desapareciendo. Posiblemente para quienes sean más asiduos a sus especialidades, las variaciones no gravitaron mayormente pero al acudir con cierto intervalo estas se hacen patentes.

En lo estructural, los pasillos y cuartos del inmueble típicos de casona antigua remodelada fueron modificados a un eje central que si bien es más amplio, espacioso y lo corona una atractiva cúpula, se asemeja más a un patio de comidas corriente que a ese querible lugar, lleno de rincones y recovecos que identificaba el local. La decoración se mantiene pero en alusión a lo anterior, todo luce diferente con la creación de un gran comedor en desmedro los pequeños ambientes. Ampliarse tiene costos a favor en lo comercial y en contra, al perder un entorno más acogedor.

El caballito de batalla del Mardoqueo es por excelencia el lomito, con un sabor inigualable, no obstante hay otros cinco sándwich favoritos de los cuales echar mano además de diez ingredientes frescos y veinticinco cervezas que completan la carta aunque de seguro bastará con una pieza de comida y bebida para quedar saciado. De todas maneras consulte por el stock y baraje alternativas de disponibilidad mientras está en la fila.

No está en cuestión el sabor de este referente del sándwich en Santiago, sin embargo hay factores que van en desmedro de esa experiencia. Es como ver una buena película pero en la calle y vía celular. En la cocina no se ven los emblemáticos ‘maestros sangucheros’ que desplegaban su arte con destreza y preparaban prolijamente los sándwiches pese a su gran tamaño haciendo gala de su experiencia. Hoy no se aprecia esa meticulosidad en el manejo de los elementos y el producto se desparrama triste y desordenadamente entre las piezas de pan. Sigue leyendo

[A LA CARTA] El Huaso Enrique: Ambiente sin igual…nada más.

Maipú 462

(Crítica/Columna publicada en “Portales a la carta” Cap.04 en radioportales.cl)

Con motivo de la visita de unos amigos de mi pareja a la capital decidimos dejar de lado lo usual y hacer una salida nocturna de vuelta a las raíces patrias con música en vivo.

Dentro de este espectro la lista de lugares que se nos ocurrieron para llevar a las visitas eran tres: “Los Buenos Muchachos” y sus buenas parrilladas con show de nivel garantizado pero con un costo superior, “Los Adobes de Argomedo” acogedor y tradicional pero donde hace rato no íbamos y “El Huaso Enrique”, emplazado en el pintoresco Barrio Yungay y con más aire de ‘picada’.

Finalmente y casi sin darnos cuenta llegamos a las antiguas calles del centro de Santiago para entrar al local del mentado huaso (Maipú 462) y la cosa prometía. El problema para nosotros es que la admisión era de $2.500 por persona, debido a un beneficio nos dijeron. No era ocasión puntual ya que cuando se presentan grupos en vivo la entrada suele ser requisito. Así, desembolsamos $15.000 los seis asistentes sin siquiera otra cortesía que el derecho a sentarnos en una mesa.

Para ser honestos el restaurante, ambientalmente hablando, cumple con lo que uno espera de un lugar típico para comer platos de la cocina nacional y por supuesto la infaltable parrillada. La música envuelve sin ser molesta, el entorno es grato y todo el mundo –que llena el espacio- se ve feliz avivando las cuecas de improvisados y avezados bailarines. Sigue leyendo