Atractiva por su propuesta fuera de todo orden, «R.I.P.D» (2013) es una invitación irresistible para quienes gusten de la acción más allá de los cánones normales (o terrenales) y se adentren al mundo de la ficción y el cómic con toque policial. Sin embargo, hay piezas que diera la impresión pudieron ser mejor utilizadas y a la hora del saldo eso se nota.
La película tiene méritos suficientes para lograr entretener a ratos sin pensar demasiado, lo cual es su mejor virtud. Con la comicidad de «Ghostbusters» (1984) y la oscuridad -aunque sólo insinuada- de «Constantine» (2005), el director Robert Schwentke se da maña -sobre todo en los cruciales primeros minutos- de jugar con las cámaras y los ángulos para dejar claro desde el inicio que lo que sigue es algo que apunta fuera de la normalidad. A veces eso le juega en contra y entre tomarse más tiempo para ver los detalles o darle curso a la movilidad, el realizador opta apresuradamente por lo segundo.
Original sin discusión a ratos parece abusar del 3D, no obstante parece que su principal karma está fuera del set: los críticos. Para los fans de una buena historia de cómic llevada a la pantalla grande (independiente de la forma) o los seguidores de Jeff Bridges y Ryan Reynolds, será aceptable. Incluso como insinuación de una secuela, pero en el análisis las cuentas quedan al debe.
En cuanto al desarrollo, hay cabos sueltos -sin duda- pero la mesa estaba servida para utilizar humor negro y esa oportunidad se deja pasar tristemente. Los diálogos sobre todo por su origen de novela gráfica debían ser el fuerte y en cambio sólo debemos contentarnos con ver en acción otra película de policías y pillos, independiente de la locación de turno.
«R.I.P.D.» es una intentona malograda de una interesante cinta que generosamente puede quedarse en lo regular, aunque para el mundo perdurará como un bodrio. A veces no basta con las buenas intenciones y tener un buen material entre manos, hay que cuidar los detalles, las formas y no irse por la papa del caldo o de lleno al corazón de la sandía. La meticulosidad y preparación para el clímax y el ‘grand finale’ no aparecen y eso es imperdonable.
Con gusto a poco. Generosamente ‘regular’. Quizás tenga ‘otra’ oportunidad para demostrar que las cosas se pueden hacer mejor.
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