Estadio Olímpico Londres.
Recuerdo cuando hace un año enviaba desde Londres a Santiago informes con detalles de los preparativos de los Juegos Olímpicos en la capital inglesa. Una columna que releí llena de datos y nombres que a esta hora dan lo mismo porque la principal cita deportiva mundial comienza y todo el preámbulo queda sólo en eso, el telón que antecede al acto principal como es el desempeño de los atletas.
Mencionaba a Fernando González que finalmente se marginó de esta cumbre, pero el resto de los nombres que rendirán examen es el mismo. Una labor no menor para quienes como Denisse Van Lamoen, Kristel Köbrich, Tomás González o Bárbara Riveros pretenden grabar sus marcas en la historia deportiva de nuestro país y del mundo. Tarea que como pocas veces nos atrevemos a decir podemos concretar, en disciplinas que a diferencia del tenis y el fútbol -nuestras últimas medallas- se nos hace particularmente difícil brillar. Hora de asumir los desafíos.
No es fácil ni mero azar llegar a una final olímpica. Se puede tener un buen o un mal día, pero la mayoría de los logros, en la vida en general, llega como consecuencia de la perseverancia, la constancia y la tan difícil visualización de los sueños por sobre nuestros temores y miedos.
De pronto la posible desilusión nos inunda pero no es menos cierto que Londres 2012 es prueba de fortaleza y alcanzar lo que se añora. La capital británica luchó por quedarse con la organización de los juegos y tuvo que recorrer un laborioso camino para poder lograrlo, de hecho el milenio recién comenzaba cuando la idea de acoger el magno evento por tercera vez en la historia comenzaba a tomar forma.
La confirmación de los mismos en 2005 fue una catarsis empañada por los atentados de Al Qaeda en julio de aquel año, pero sin dejar nada al azar, los londinenses comenzaron desde entonces a unir a todo el reino y a transformar el este de la ciudad, cuna de la revolución industrial y donde aún se aprecian chimeneas del siglo XIX junto a factorías con ladrillos gastados y llenos de historia, erigiéndolos como centro del olimpismo merced de una millonaria y controlada inversión.
Por estas y otras razones nada se ha dejado al azar. Las medidas de seguridad justamente por las 52 víctimas de los actos terroristas que recordamos en el sistema de transporte londinense y el aspecto económico que tiene sumido en la crisis a toda Europa y que presenta fuertes reducciones comparativas a Beijing 2008. John Hopkins, jefe del proyecto de áreas verdes y espacios públicos fue enfático en que era un error considerar los números como un gasto, ya que en el fondo era una inversión para la ciudad.
Cuando terminen los Juegos Olímpicos el pasto sustituirá al cemento de varias zonas recién construidas y el parque tendrá el doble de superficie, llevando por nombre “Parque Olímpico de la Reina Isabel” y será el mayor recinto de áreas verdes creado en Londres en los últimos 100 años. Además, la Villa Olímpica será un complejo de 2.300 departamentos para vivienda y oficinas, y las vías fluviales antes cargadas de musgo y escombros, han florecido para conectar y flirtear con el entorno de los juegos.
Durante 16 días de duras competiciones se entregarán 2.100 medallas que serán otorgadas en 302 ceremonias de victorias olímpicas, repartidas en más de 30 sedes, todas en Londres, más unidas en relación a lo sucedido en China hace cuatro años.
El Olimpo británico nos espera, invitándonos a ascender, ya sea sobriamente a la inglesa o con garra y corazón a la chilena. Lo importante es recordar el sentido de esta cita y que prime la deportividad y el respeto al rival. ¡Buena cosecha en las alturas chilenos!, los mortales esperamos sus buenas nuevas en las lejanas tierras del sur del mundo.
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