Una idea que se perfecciona.
Tras una primera etapa más dedicada al sushi, el Shekhina Nikkei vuelve a la carga con mayor cabida para platillos de la comida peruana y con un sabor más que recomendable dentro de una carta acotada pero donde pretenden ser referentes.
por Christian Reyes P.
Twitter: @Buyinski
El nombre del local es lejos lo más complicado del Shekhina Nikkei, ya que su carta es relativamente reducida pero ofrece una gama diferente de platillos y entradas que son realistas considerando su afluencia de público al oriente del barrio universitario.
Una de las características del local en su reestreno como alternativa gastronómica es que apunta desde la entrada a erigirse como un restaurante que no pretende ser tildado de picada. Esto porque si bien los sitios de comida peruana han surgido de modo tan masivo que su novedad ha disminuido casi al mínimo, Shekhina impone sus reglas en las tarifas donde quiere marcar diferencias de calidad avalando los costos.
Lo anterior se traduce en que el consumo por persona sube y aunque sigue siendo inferior a diez mil pesos, aún necesita depurar aspectos estéticos, de capacitación a sus garzones instruyéndolos sobre lo que están ofreciendo y de mayor presencia en redes sociales, algo vital por estos días en el afán de lograr posicionarse y obtener diferenciación entre el resto del saturado mercado de la comida incaica. Si lo considera exagerado, en el conocido Foursquare aún figura como «restaurante de sushi».
El cebiche, un emblema.
Haciendo a un lado el tema del marketing y las mejoras paulatinas que debieran implementarse para dar mayor crecimiento al restaurante, se pueden encontrar ofertas en el sistema de cupones de descuento en una estrategia que debe fortalecerse por ejemplo, buscando descuentos con clubes de lectores y otros.
La mezcla de sushi y gastronomía peruana no es nueva, y en este ítem por sabor no hay nada que reprochar, incluso si los platillos se ven algo exiguos en la mesa, cada contundente bocado le probará que se trata de porciones más que suficientes para ingerir de modo tranquilo, pausado y disfrutando cada pieza. Que no esté disponible toda la carta, especialmente en los postres, tampoco es para condenarlo, ya que suele ocurrir pero claramente no es lo ideal.
Si bien se admiten reservas, no hay problema en llegar algo más tarde ya que suele haber espacio. Para comenzar 3.500 pesos por una copa de pisco sour peruano parece algo exagerado. Si bien es esperablemente bueno, es un icono de una serie de platos que están a mejor precio en otros lugares pero una vez sentado a la mesa cuesta dar marcha atrás. Ni siquiera Barandiaran y otros ofrecen un aperitivo a ese costo.
«…(espumantes) aunque son exquisitos, ponga atención con el concepto de copa y botellín, ya que hay algunos pesos de diferencia y es mejor evitar sorpresas al final».
Para beber se ofrecen jugos (pulpa), bebidas (incluso servidas con latas en la mesa), vinos, tragos y espumantes. Aunque cabe hacer la salvedad que estos últimos son exquisitos, ponga atención con el concepto de copa y botellín, ya que hay algunos pesos de diferencia y es mejor evitar sorpresas al final. Sigue leyendo →
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